La Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús, NACE DE LA EXPERIENCIA DEL AMOR DE DIOS, que en su Hijo, quiere salvar a todos los hombres y mujeres, y responde a este amor con la entrega incondicional a Cristo y a su Iglesia, buscando siempre la Mayor Gloria de Dios.” (Constituciones N° 1)
Este es nuestro motor, el amor profundo que experimentamos por dentro, y es por ello que nos sentimos enviadas a llevar este amor por el mundo entero y especialmente a aquellos que todavía no le conocen. De entre ellos, escogemos como preferencia a los más pobres y que se encuentren en lugares donde otros no pueden o no tienen como opción llegar.
Decimos que evangelizamos amando, y se trata de poner el amor en todo aquello que hacemos, bien sea acompañando a las mujeres en un taller de costura, o enseñándoles a leer y escribir, o quizás educando a un grupo de niños en una escuela perdida de la selva, o curando enfermos, formando promotores de salud, acompañándoles en la defensa de sus Derechos... Es poner el corazón en todo aquello que hagamos y así, transmitirlo y comunicar a todos los hombres y mujeres que encontramos, el profundo amor que Dios les tiene. Y con todo ello hacer que el hombre y la mujer tengan vida y vida en abundancia.
Hemos sentido la llamada a salir de nuestra tierra e ir al lugar donde Él nos envía, “ad gentes”, dejando casa, familia, trabajo... para ir al lugar donde Él nos indica. Nos sentimos llamadas a la Universalidad, a extendernos por todo el mundo. Llevando su mensaje de amor a todos aquellos que aún no lo conocen: “...ensancha el corazón y abraza con Él al mundo el entero, que es preciso ganarlo a fuerza de amor...” (Mª Carmen Fernández Moya, 1942).
Y así, bebemos de tres fuentes que conforman nuestra espiritualidad: el Sagrado Corazón de Jesús, la Espiritualidad Ignaciana y aquella que brota de nuestra vivencia en la Misión".
Tenemos también un vínculo muy especial con María, madre de Dios y madre nuestra, que está muy presente en la Compañía, alentando y sosteniendo a sus misioneras.
